Leon Battista Alberti, por Juan Fracisco Lledó

[themecolor]EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS ESTÉTICAS HASTA EL SIGLO XVIII: Leon Battista Alberti[/themecolor]

[themecolor]Juan Francisco LLedó, estudiante del Grado en Filosofía Online, UCV «San Vicente Mártir».[/themecolor]

Figuras como la de Alberti suponen un interesante tema de estudio, pues en él se cruzan las tendencias teóricas y prácticas de una época tan fructífera como la del Quatroccento. Se trata de la exposición de una postura sobre el arte nacida de la estrecha colaboración con los artistas, a los cuales revertirá aquello que de ellos recibe y aprende de un nuevo modo, dándose así una reciprocidad desconocida en tiempos anteriores y que se perderá más avanzado el Renacimiento, pero que servirá para componer este estadio inicial. Cabe destacar que fue tanto un tratadista estético como escritor, pintor y escultor, aunque su actividad artística más destacada se da en su trabajo como arquitecto.

Alberti: arte y belleza

Alberti aporta distinciones interesantes, pero quizás su aportación más substancial sea un vínculo: aquél que se establece entre el arte y la belleza. Puede chocar a nuestros ojos que algo así haya sido alguna vez algo nuevo, pero se trata de toda una primicia que se da de su mano a mediados del s. XIV. Él aboga por separar el arte de los preceptos y evaluaciones morales; separarlo de toda concepción trascendente y absolutista para así, por un lado, ligarlo a la experiencia, y por otro, abrir la posibilidad de trabajar en el arte de diversas maneras.

Consideración social del artista

Alberti reclama una nueva y mayor consideración hacia  los artistas, que quiere equiparar a los científicos. Esta equiparación responde al hecho de reclamar para los artistas un cierto status, status que los separe del resto de los artesanos, para así elevar la consideración social que de ellos se tenía. No faltarán en sus obras aseveraciones en que ligará la actividad artística satisfactoria con la prosperidad, no sólo ya del propio artista sino de toda la sociedad en la que participa. La correlación que establece entre artistas y científicos es acorde con su visión de que el arte se rige por ciertos principios, aunque hay que entender que se da una profunda diferencia en la actividad de ambos.

Sobre el arte y la naturaleza

El arte versa sobre lo empírico, y aunque podamos establecer toda una serie de reglas o principios relevantes en la constitución de su belleza, debemos entender siempre que la materia prima, el substrato de lo artístico, es lo perceptible, no lo inteligible; es por ello que él afirmará que en la pintura lo básico, aquello que decide sobre la belleza de la composición, empieza en la superficie, en la textura. Esta asimilación no es gratuita ni vana, pues deriva de la observación de una cierta relación entre el arte y la naturaleza, que supondrá el primer intento de este tipo en la era moderna. Podemos decir que promulga cierta postura mimética, pero de una clase que nada tiene que ver con otras anteriores que, tal como la Platónica, asimilen bien, belleza y verdad.

Sobre concepto de Belleza: armonía

Palacio Medici Riccardi (Florencia)

El aspecto moral queda escindido, aunque se conserva el vínculo entre belleza y verdad. En la naturaleza, de cierto, se da una tendencia a la armonía. Ésta se entiende como aquella disposición conveniente de las partes y en proporción perfecta que, objetivamente, mejor corresponde a cada cosa. Según Alberti en la naturaleza se da una tendencia a la perfección, que no sería más que la armonía de la totalidad, aquella que haría que no se pudiera añadir o cambiar nada sin que de ello resultase una desmejora del conjunto. Esta tendencia sería unívoca, lo que significa que para cada cosa se encuentra tan sólo una perfección, no obstante, a la hora de plasmarla en una obra de arte, esta visión de la perfección puede aplicarse de maneras diversas. Llama él a esta armonía “concinnitas”: simetría, consenso o concordancia. Se trata de un concepto complejo que abarca diversos aspectos. Así, aunque el concepto de belleza se superpone al de practicidad, lo bello debe ser útil y conveniente (aspecto especialmente relevante en la arquitectura), es decir, que su forma debe ser adecuada al espacio que ocupará. Sería ésta una aproximación externa a la concinnitas de la obra; la aproximación interna sería aquella por la cual la forma y el contenido de la obra deben concordar con la mayor fluidez posible.

La armonía es por tanto una cualidad que comparten arte y naturaleza, de tal manera que el arte puede tomar de la naturaleza su más seguro y claro modelo, no ya como algo que reproducir, sino como lugar del que extraer la ley, la norma desde la cual poder regir sus creaciones. El artista, por todo ello, debe combinar la capacidad de comprensión con la inventiva y la iniciativa propia. Hemos dicho que Alberti aboga por la variedad en el arte, y ello no es contradictorio con su postura sobre la regla de armonía que rige al arte, pues, a su lado, defiende también la necesidad de la diversidad, de la variedad y riqueza en lo artístico; esto, a su vez, casa con la doble exigencia que se hace al artista, la de comprender y la de ser creativo. El artista es por tanto un factor activo; el artista diseña la obra, la preconcibe en su mente y la plasma luego; no la toma simplemente de la naturaleza y la vuelve a exponer tal y como la ha recibido, pues, como se ha dicho, lo que toma de la naturaleza es la norma de su disposición, los principios mediante los cuales debe regir ese diseño que, por otra parte, es producto genuinamente suyo.

Sobre el juicio estético

Esta dualidad afecta directamente al juicio estético: no puede ser objeto de mera opinión, pues está fundamentado en reglas presentes en la naturaleza, alcanzables de manera innata mediante el mero uso de la razón, pero debe ir más allá y ser capaz de conmover al público. El artista debe pues presentar una combinación de inteligencia y sensibilidad que debe ser capaz de asentar en sus obras de tal manera que el público pueda a su vez entender y ser sensible a aquello que se le presenta.

Este pequeño resumen del que sería el aspecto capital de la estética de Alberti debe entenderse dentro del marco de una teoría completa sobre las artes, sobretodo de las artes plásticas –sus tres grandes tratados dedicados a las artes se centran, respectivamente, en la pintura, la arquitectura y la escultura-, pero sin exclusión del resto de artes, de las que también hace mención. Se trata realmente de un cambio chocante para los artistas y humanistas de la época, pues ni entonces ni durante la edad media habíase dado ninguna teoría similar, y si bien puede encontrarse alguna obra entre los autores clásicos que trate en profundidad artes como la escritura, en ámbitos como en la pintura, donde se aprendía a base de anécdotas y preceptos de taller, se trataba de un enfoque realmente revolucionario.

Bibliografía

Tatarkiewicz, W. (2004). Historia de la Estética: III. La estética moderna 1400-1700. Madrid: Akal. Páginas a consultar: 100-122.

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