Generar confianza, el mejor antídoto frente a la crisis – artículo de filosofía, por Ginés Marco

Una cuestión de confianza 

En el estallido de una burbuja, tal como le he escuchado decir al profesor Alfredo Pastor, siempre late una cuestión de confianza. Quienes tienen derechos respecto a otros dejan de confiar en que éstos cumplan con sus obligaciones, y quienes los tienen respecto a instituciones desconfían de que éstas puedan hacer frente a sus compromisos. Al final, unos y otros terminan por dudar que el Estado pueda poner orden y temen hacerse vulnerables. Ha desaparecido un bien intangible, indispensable para la buena marcha de una economía moderna. ¿Es posible recuperarlo? El propósito de este artículo es arrojar algo de luz sobre este asunto.

Competencia y convicciones

La confianza tiene varias dimensiones y, a juicio de un estudioso sobre este tópico como es el filósofo alemán Robert Spaemann (de cuyas aportaciones me voy a basar en estas líneas), se refiere a dos contenidos: a la competencia y a las convicciones –al poder y al querer–, siendo las convicciones lo fundamental, porque la competencia tomada por sí misma siempre es ambivalente (…), al margen de que una actitud ética empuje a adquirir competencia y prohíba suponer competencia allí donde ésta no exista.

Partiendo de un contexto personal, Spaemann traslada sus aportaciones al ámbito de las organizaciones, llegando a afirmar que

entre la confianza personal y la confianza en las instituciones se debe hablar (…) sobre todo de la confianza que es imprescindible para el funcionamiento exitoso de una empresa.

Se trata aquí de una confianza personal que se distingue de la confianza entre amigos o cónyuges, porque los participantes no exponen toda su existencia a la vulnerabilidad, sino sólo una parte de sí mismos. Cada uno actúa, por así decir, como una sociedad personal de responsabilidad limitada. Y esto modifica también la naturaleza de la confianza. Aquí la confianza no es una convicción elemental inmediata, sino un instrumento conscientemente producido para el éxito empresarial. Se podría decir que se instrumentaliza de modo poco correcto la disposición humanitaria, y ése es a menudo el caso.

El riesgo de instrumentalización vendría dado por una utilización de la confianza en beneficio exclusivamente empresarial. No obstante, aunque reconoce el riesgo que supone la instrumentalización de la confianza, Spaemann subraya la necesidad de ésta más allá de los intereses empresariales.

La confianza de la que vive una empresa, puesto que es una confianza personal, tiene que tener siempre una cierta sobreabundancia sobre el interés empresarial, justo si quiere ser comercialmente ventajosa.

Sólo puede cumplir con su función instrumental si hasta cierto punto va más allá de esta función (…). Queda fuera de cualquier duda el hecho de que la confianza, si no imprescindible, es de la máxima importancia para la dirección de una empresa.

Algo de juego limpio

Ciertamente todas las relaciones comerciales e intra-empresariales se basan en contratos, pero ningún sistema contractual puede ser tan completo que pueda prescindir de ciertos presupuestos tácitos. Sin algo de juego limpio, sin la suposición de que el contrato no se ha formulado con segundas intenciones, de modo que pueda ser interpretado inesperadamente en perjuicio del socio, etc., etc.; sin todo esto no puede funcionar ninguna cooperación. Cuando empezamos a escribir en un contrato que las partes contratantes no van a mentirse mutuamente sobre puntos relevantes del mismo, entonces todo el papel del mundo no es suficiente para hacerlo inimpugnable. Al final deberíamos firmar un metacontrato en el que los socios se obliguen a cumplir el contrato. ¿Pero qué pasa si no cumplen este metacontrato? Cuando hemos visto que sin una elemental confianza no hay posible cooperación, la cuestión de la maximización de la confianza intra-empresarial sólo puede referirse al espacio que concedamos al contrato implícito, es decir, a la confianza misma.

¿Y cómo evitar que se instrumentalice la confianza? Spaemann se manifiesta escéptico en este punto respecto a las medidas que proliferan en nuestros días para la obtención de la confianza o, lo que es mucho más difícil, la re-obtención de la misma. Hasta el punto de que llega a afirmar que

todas esas medidas son vanas, se consideran como manipulación y no dan resultado si no contienen el núcleo de aquello que constituye la confianza, que consiste en hacerse realmente vulnerable.

Ello no significa vulnerabilidad total y, además, se desarrolla de forma gradual y abierta a la experiencia. Pero el límite de vulnerabilidad que cada uno pone es ciertamente el límite de la confianza, sin perjuicio de que el punto hasta el cual uno esté dispuesto a ir no se pueda determinar de una vez para siempre (…).

Lo contrario a esto sería la disponibilidad a pagar cualquier precio por algo, un verdadero caldo de cultivo de la actual crisis que padecemos.

No hay nada en el mundo por lo cual pagaría cualquier precio,

dijo en una ocasión Solchenizin. La disposición a pagar cualquier precio por algo, vuelve indigna de confianza a la persona. Sólo se puede confiar en aquel que está dispuesto a mucho, pero no a todo.

Vista en todas sus dimensiones la disponibilidad a la confianza es rentable. Pero incluye la disponibilidad a aceptar un desengaño. El que experimente esto se acordará de La Rochefoucauld:

es más honroso ser defraudado por sus amigos que desconfiar de ellos.

Ginés Marco

Decano de la Facultad de Filosofía, Antropología y Trabajo Social

Universidad Católica de Valencia-San Vicente Mártir.

Campus de Sta. Úrsula, C/ Guillén de Castro 94; 46001 Valencia.

gines.marco@ucv.es

 

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Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir". Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990) y "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013).
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jsanmartin

Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir". Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990) y "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013).

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