Eduardo Ortiz. Actualidad de la filosofía
Artículo de Filosofía. Desde hace veinticinco siglos, la filosofía intenta responder a una serie de preguntas como éstas: ¿por qué hay un mundo?, ¿qué es el ser humano? (¿de qué estamos hechos?,¿dónde vamos al morir?), ¿qué está bien y qué está mal? (¿por qué no he de hacer tal cosa o tal otra?), ¿podemos saber algo con seguridad? Como puede sospecharse, la generalidad y profundidad de estas preguntas es tal que nunca acabará la filosofía de responderlas del todo. Y, a la vez, los filósofos nunca dejarán de formularse preguntas de ese calado. Al decir de Aristóteles y de Kant, esas cuestiones manifiestan nada menos que una tendencia inherente a la naturaleza humana.
Sin embargo, el desarrollo filosófico de esa inclinación natural no se limita a las referidas preguntas. Implica embarcarse en el trabajo de encontrar respuestas argumentadas. Entre los argumentos filosóficos hay iluminadoras distinciones conceptuales (como la que hace Platón entre “condiciones” y “causas”), inferencias legítimas, reducciones al absurdo, identificación de pseudoproblemas, recurso a la intuición, apelación al sentido común. Y más. De vez en cuando, los buenos argumentos filosóficos traen consigo la reconstrucción de una tradición o de una parte de ella. Es difícil entender lo que los griegos pensaron sobre las emociones sin traer a la memoria su concepción de la guerra, de la tragedia, de la retórica. No puede uno hacerse cargo de la relación ‘filosofía-teología’ en Occidente, sin revisitar la novedad que el judeocristianismo supuso para la vida cotidiana del Imperio Romano. Seguir los pasos de la filosofía moderna pasa por conocer los rudimentos de la ciencia mecanicista. Algunos desvaríos idealistas—y sus lamentables trasuntos políticos—hacen más que inteligible la atención de la filosofía contemporánea a ese espacio común que es el lenguaje…
Las manos de la filosofía no están vacías. De hecho, quien repase las respuestas que ha ido suministrando a lo largo de la historia, advertirá su innegable progreso—el cual ni ha tenido ni tiene lugar al margen de una fructífera relación dialéctica con las aportaciones características de las ciencias (humanas, sociales, naturales).
Algunos de entre nosotros deben mantener vivo el fuego del preguntar y responder filosóficos. De su lumbre y calor nos beneficiamos todos. Mientras haya quien esté vigilante, abrigamos la esperanza de evitar ese tipo de letargo que nos hace demasiado vulnerables.
Eduardo Ortiz
Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”
Estudia Filosofía desde casa
Estudia en el Grado en Filosofía desde casa en la Universidad Católica San Vicente Mártir
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