Zamagni, S. (2013). La avaricia. Pasión por tener. Madrid: Machado libros
[themecolor] Ensayo sobre la avaricia[/themecolor]
FICHA TÉCNICA
Editorial: Antonio Machado libros
Traductor: Juan Antonio Méndez
ISBN:978-84-7774-154-1
Páginas:160
[themecolor]Contenido del libro La avaricia. Pasión por tener[/themecolor]
Hablar en nuestros tiempos tiempos de avaricia cuando la prosperidad y el desarrollo han justificado buena parte de las actitudes de economistas y políticos, no parece que sea políticamente correcto. Sin embargo, Zamagni traza el perfil histórico-filosófico y estudia las razones por las que, a lo largo de los tiempos, desde la Edad Media en adelante, este conocido pecado capital ha ido adoptando diversos nombres, hasta el punto de llegar a asumir casi los rasgos de una virtud. Así, avaricia ha sido sinónimo de avidez, codicia, tacañería, usura, concupiscencia, o mezquindad. Pero de ser un vicio ha llegado a ser un impulsor del progreso en el siglo XX. Hoy en día, en cambio, la avaricia, causante de la confusión actual entre deseo y necesidad, es un impedimento del progreso civil y ético de la sociedad.
Zamagni se pregunta si la avaricia es un problema de la voluntad o de la razón. Para el economista italiano, en el pecado capital de la avaricia se observa uno de los más frecuentes fracasos de la razón en ámbito económico.
Stefano Zamagni compara al soberbio con el avaro: el hombre soberbio está poseído por él mismo, mientras que el hombre avaro de hoy está dominado por las cosas. En palabras del propio autor:
Su comportamiento presenta rasgos inconfundibles: el avaro acumula, pero no gasta; conserva, pero no usa; posee, pero no comparte.
El hombre avaro no se ama a sí mismo, sino que ama las cosas que posee. Es odiado por los demás y sabiendo que lo es, busca disfrazarlo con gestos generosos.
Un hombre que se deja llevar por la avaricia no puede ser feliz, según el autor, porque la felicidad requiere un mínimo de dos personas. La solución al mal de la avaricia se encuentra precisamente en la gratuidad del don. Zamagni concluye el libro con el ejemplo de Charles Dickens en su Canción de Navidad, en el que Scrooge, el protagonista, descubre el sentido de la felicidad y se encuentra a sí mismo al darse a los demás.
Los bienes no compartidos son siempre camino de infelicidad, incluso en un mundo opulento. Aferrarse al dinero, como un celoso poseedor, en realidad empobrece a su dueño porque lo priva de su capacidad de dar.
[themecolor]El autor [/themecolor]
Stefano Zamagni, autor de La avaricia. Pasión por tener.
Stefano Zamagni, (Rimini, 1943) es Catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Bolonia y profesor de Economía Política Internacional de la Universidad John Hopkins (Bolonia). Ha sido investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Francisco de Vitoria en 2010. Es miembro de la Academia Internacional de Economía; de la Academia de Ciencias de Milán, de Bolonia, de Módena y de Nueva York. Además es miembro ordinario de la Pontificia Academia de las Ciencias y consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
En el Prólogo de otra de las obras de Zamagni, Por una economía del bien común, Adela Cortina hace este elogio al autor:
Por eso es muy de agradecer que especialistas en la materia de la talla del Profesor Stefano Zamagni ofrezcan al público libros de economía como el presente, accesibles al común de las gentes por su claridad expositiva, muy bien documentados porque su autor es un profesional de prestigio en el ámbito económico del saber y el obrar, y además libros propositivos y esperanzadores: algo se puede hacer para humanizar la economía –es el mensaje-, y no sólo se puede, sino que se debe hacer, si es que las personas queremos conquistar esa felicidad a la que inevitablemente aspiramos.
(…) En efecto, Zamagni se niega a admitir que no haya más propuestas económicas que las que tienen por santo y seña el principio del individualismo axiológico, que en el mercado se convierte en la búsqueda del máximo beneficio privado, o las que apuestan por ese colectivismo que acaba ahogando a la persona. Frente a uno y otro, la economía civil hace de la persona su centro, en la línea de Emmanuel Mounier y Jacques Maritain, y se propone buscar el bien de todas las personas sin exclusión. En eso justamente consiste el bien común.
Cf: http://www.ciudadnueva.com/new/catalogo/otras04.asp?id=19721
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