Sobre el concepto de experiencia, por Víctor Páramo

[themecolor]¿Comienza todo conocimiento con la experiencia?[/themecolor]

 por Víctor Páramo, profesor del Grado en Filosofía Online de la UCV «San Vicente Mártir».

¿Comienza todo conocimiento con la experiencia? A esta pregunta había respondido afirmativamente Kant en las primeras páginas de la Crítica de la razón pura. Añadió, empero, que no por ello “todo él procede de la experiencia”. Existe un tipo conocimiento que la experiencia no puede corroborar ni falsar. Se trata del conocimiento a priori. ¿Puede la experiencia servir como base de la corroboración del juicio “a = a”? El juicio analítico es tal porque es verdadero sin necesidad de que sea corroborado por la experiencia. Su verdad no procede de la experiencia. Los juicios analíticos incluyen el predicado en el sujeto, y por ello no proporcionan conocimiento. Los que proporcionan conocimiento son los juicios sintéticos: la corroboración o falsación de su contenido se realiza siempre tomando como referencia la experiencia. Hay una clase de juicios que sí proporcionan nuevo conocimiento basado en la experiencia a pesar de que no proceda de ésta: los juicios sintéticos a priori. El conocimiento que proporcionan los juicios sintéticos a priori comienza con la experiencia sin que por ello la tengan también como fuente suya. La experiencia no es el fundamento de la verdad de los juicios sintéticos a priori.

El juicio “un objeto (una bola de billar, pongamos por caso) golpeado a gran velocidad por otro saldrá despedido siempre en alguna dirección”, ¿es sintético o sintético a priori? ¿En virtud de qué es verdadero (o falso)?

david_humeDavid Hume, autor del Tratado sobre la Naturaleza Humana (1740), había intentado  demostrar que lo expresado en el juicio sintético “un objeto golpeado a gran velocidad por otro saldrá despedido siempre en alguna dirección” no goza de sustento racional. No existe un enlace necesario entre una causa y su efecto. No hay garantía de que un objeto golpeado por otro salga despedida siempre. La creencia de que existe aquí un enlace necesario no es producto sino de la percepción continuada de que un objeto cuando es golpeado sale despedido. No hay una “conexión necesaria” entre la causa (el golpe que recibe el objeto) y el efecto (el desplazamiento que sufre el objeto a consecuencia del golpe recibido). Es posible que un objeto golpee a otro sin que éste salga despedido. El enlace entre causa y efecto se fundamenta en el hábito: no es un enlace necesario, sino convencional, arbitrario, producto de la repetición de la experiencia.

Kant  dirá algo distinto:

“Yo percibo que los fenómenos se siguen unos a otros, es decir, que el estado de las cosas en un tiempo es opuesto al estado anterior. En realidad, lo que hago es enlazar dos percepciones en el tiempo. Ahora bien, el enlace no es obra del simple sentido y de la intuición, sino que es, en este caso, producto de una facultad sintética de la imaginación, la cual determina el sentido interno con respecto a la relación temporal. Pero la imaginación puede ligar los dos mencionados estados de dos formas distintas, de modo que sea uno o el otro el que preceda en el tiempo. En efecto, no podemos percibir el tiempo en sí mismo, como no podemos determinar en el objeto, empíricamente, lo que precede y lo que sigue. De lo único que tengo, pues, conciencia es de que mi imaginación pone una cosa antes y la otra después, no de que un estado preceda al otro en el objeto. O, en otras palabras, con la mera percepción queda sin determinar cuál sea la relación objetiva de los fenómenos que se suceden unos a otros. para que ésta sea conocida de forma determinada, tenemos que penesar de tal forma la relación entre ambos estados, que queda determinado necesariamente cuál es el estado que hemos de poner antes, cuál el que hemos de poner después y que no los hemos de poner a la inversa. Pero un concepto que conlleve la necesidad de unidad sintética no puede ser más que un concepto puro del entendimiento, un concepto que no se halla en la percepción y que es, en este caso, el de la relación causa y efecto”[1].

 

KantPara Kant el enlace entre la causa y el efecto lo realiza una “facultad sintética”. La relación entre causa y efecto no es sino producto de esta facultad: es un concepto, que se halla en el entendimiento. Kant añade además que el “conocimiento empírico de los fenómenos” es posible porque tales fenómenos son sometidos al concepto de la sucesión de fenómenos, es decir, a la relación causa-efecto entre fenómenos. De tal modo que esa relación actúa como ley de la experiencia: la ley de la causalidad. Todo cambio en la experiencia se produce de acuerdo con esa ley. Por eso siempre que un objeto sea golpeado por otro saldrá despedido.

Queremos señalar en este breve ensayo que el concepto de experiencia del que se sirven Hume y Kant -y que es motivo de polémica entre ambos- es un concepto excesivamente reducido. Autores contemporáneos han rehabilitado otras acepciones del concepto de experiencia en filosofía, que necesariamente han tenido que hacer frente a Kant y a teorías de la experiencia que, como las del filósofo de Könisberg, se basan en la ciencia. La experiencia primordial puede que no sea la experiencia científica, y en consecuencia es posible que tampoco el conocimiento científico sea la forma de conocimiento más fundamental. No se trata de dejar a un lado la concepción científica de la experiencia, sino de recordar que no todos los juicios sintéticos presuponen necesariamente la experiencia en sentido científico.

En algunas de sus variantes la concepción científica de la experiencia se ha radicalizado hasta caer en el cientificismo, que comprende que sólo el conocimiento obtenido por medio de la experiencia en sentido científico es genuino conocimiento. Si bien es cierto que entra en los propios propósitos de Kant tomar como referencia la experiencia que es necesaria para obtener conocimiento científico, ¿podemos, como ha hecho el positivismo de corte neokantiano, establecer como criterio del conocimiento la experiencia en sentido científico? ¿Ningún otro tipo de experiencia puede conducir a la obtención de (otra clase de) conocimiento? El peligro el concepto científico de experiencia reside precisamente en que sea establecido como paradigma de experiencia que da lugar al conocimiento, porque al hacer esto introduce un sesgo fundamental en la concepción del conocimiento que se deriva de esa concepción de la experiencia.

No se trataba de señalar aquí que el concepto de experiencia de Kant no es válido para pensar los fundamentos del conocimiento científico, sino más bien de mostrar que caemos en una falacia positivista al establecer como paradigma de conocimiento al conocimiento que obtiene la ciencia y como paradigma de experiencia a la experiencia que hace posible el conocimiento científico. Es necesario abrir el concepto de experiencia a otros ricos matices distintos del científico.


[1] Kant, I., Crítica de la razón pura, Taurus, Madrid, 2005, p. 152

 

 

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