La estética de los humanistas: Leonardo da Vinci, por Pablo Brotons.

themecolor]EVOLUCIÓN DE LAS IDEAS ESTÉTICAS HASTA EL SIGLO XVIII: LEONARDO DA VINCI[/themecolor]

[themecolor]Pablo Brotons, estudiante del Grado en Filosofía Online, UCV «San Vicente Mártir»[/themecolor]

Introducción

Leonardo da Vinci (1452-1519) fue uno de los hombres que inauguraron la fase clásica del Renacimiento.

Nos encontramos ante un personaje muy peculiar, con un intelecto sin igual, y que es considerado un maestro en todas sus actividades, que no eran precisamente pocas. De hecho, Leonardo es considerado anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.

Quizá por lo que más se le conozca es por sus pinturas, siendo las más famosas La Gioconda y La última cena. Éstas fueron creadas alrededor del año 1500: La última cena en 1495-1497 y la Gioconda hacia el año 1503.

A pesar de ello, podemos afirmar que la pintura sólo representó una pequeña parte de la inagotable potencia intelectual de Leonardo. Su espíritu inquieto y su curiosidad por el cómo y el porqué de las cosas que lo rodeaban impulsaron a este genio a desplegar una tarea multidisciplinaria que abarcaba prácticamente todas las ramas del saber.

Por este motivo, queremos destacar, a parte de sus pinturas, su faceta de escritor[1]. Comentaremos más adelante su obra más relevante en este aspecto: “el Tratado de Pintura”.

Bocetos Leonardo da Vinci

Muchos de sus escritos están referidos a la visión estética de su momento histórico, aquello que se relaciona con la belleza, con las costumbres y con la vida común de su época.

Da Vinci poseía el don extraordinario de anticipar verdades que, con el tiempo, serían confirmadas. Durante más de 40 años Leonardo plasmó en sus cuadernos de notas toda clase de dibujos, bocetos y planos.

Como ingeniero e inventor, desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Pero muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse,  puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época por no contar con los recursos necesarios para hacerlo. Como científico, Leonardo hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica. Es muy notable, por tanto, la influencia que tuvo Leonardo en el pensamiento del siglo XVI.

El Tratado de Pintura

Si bien es cierto que Leonardo no propuso una teoría estética concreta, sí que estableció una serie de ideas en relación con el arte, la pintura y la belleza.

Uno de los aportes de Leonardo es la curiosidad. Ver los componentes de las cosas, cómo está hecho el hombre y la naturaleza, para llevar eso a sus obras y a sus textos. Como ya hemos dicho anteriormente, escribió mucho, y entre sus escritos relevantes está el “Tratado de la pintura”, que sirvió de referencia a muchas generaciones posteriores. El Tratado de Pintura, fuente principal para conocer sus conceptos artísticos, no es una obra directamente escrita por él, sino una compilación realizada por sus discípulos[2].

En esta obra, sus ideas no están “metódicamente” desarrolladas, sino que Leonardo deja fluir sus pensamientos. El Tratado de pintura es una obra extensa y de rico contenido, que muestra una teoría del arte en sentido muy amplio, y que incluye, sobre todo, recomendaciones, consejos e instrucciones técnicas y, en muchos casos, dichos preceptos expresan simplemente los gustos personales de Leonardo.

A pesar de ello, este texto nos permite entender el pensamiento estético de Leonardo y del segundo Renacimiento, cuyas características principales serían las siguientes:

  • Indudablemente su influencia más notable es la platónica.
  • Resalta siempre que la verdad es la que debe ser reflejada, y lo bello es aquello que enaltece lo real.
  • Leonardo hace énfasis en la luz, el uso de la iluminación, en los volúmenes y en el brillo.
  • Y su ideal es aquel que no es simplemente mímesis sino simulación. El arte es creación fantástica.

Estas ideas también van a modelar la percepción estética de la Europa del siglo XVI y XVII, junto con las de Alberti y las de Cristóforo Landino, quien también escribiese tratados de filosofía y de análisis de las obras de los artistas de su época, bajo la misma visión de Leonardo. Es decir, la visión humanista que caracterizará al Renacimiento italiano.

Si tuviéramos que destacar los principios que van a regir la metodología de Leonardo, serían los siguientes:

Principios metodológicos

1. La base de su programa son la experiencia y las matemáticas. Leonardo creía que sin experiencia es imposible conocer nada con seguridad ni certeza, y que ninguna indagación humana podrá llamarse verdadero saber si no ha pasado la prueba de la demostración matemática.

2. Leonardo entendía la experiencia estrechamente vinculada con la práctica, no existe teoría sin la práctica y, al revés, mal maestro es aquel cuya obra no va precedida del juicio. La experiencia, que constituye el cimiento del saber, no es infalible; así precisa de comprobaciones, debiendo ser colectiva y controlada por las matemáticas.

3. En grado todavía mayor que el de Alberti Leonardo fue un gran admirador del don de la vista, para él un don sin igual de la naturaleza, “el ojo se engaña menos”, decía Lenoardo, y nos informa del mundo más y con mayor certeza que la razón, por lo que el arte (la pintura en particular) sirve para conocer el mundo del mismo modo que la ciencia.

4. Además, no hay distinción esencial entre arte y ciencia; “la pintura es filosofía” afirma Leonardo. Existen artes puramente estéticas, sin ambiciones cognoscitivas pero también hay otras (y sólo éstas eran de su interés) que se proponen designios parecidos a los científicos. La convicción sobre las posibilidades cognoscitivas del arte era una idea muy popular en el Renacimiento, pero nadie la aplicó con tanta radicalidad ni le dio tan profunda justificación como Leonardo. Y el arte consigue incluso ir más allá que la ciencia, puesto que permite conocer no sólo las relaciones cuantitativas sino también la cualidades, asegura Leonardo.

5. Leonardo consideró a la naturaleza como fuente de todo Conocimiento. Para desarrollar sus numerosos estudios científico-técnicos Leonardo adoptó como método la observación y la experimentación. Para él, la Naturaleza era el espacio donde debía buscarse el conocimiento. Y entendió que sus límites debían someterse a la formulación de las leyes matemáticas. Estaba convencido que la ciencia podía prever, imitar e, incluso, reproducir los fenómenos naturales. El maestro afirmaba que sólo el ser humano era capaz de desvelar los misterios de la realidad y acotar sus fronteras.

Si hablamos de su idea del arte:

La concepción del arte: A Leonardo sólo le interesaban las artes representativas, la capacidad del hombre para representar la realidad. La pintura para Leonardo, no es un arte mecánico, sino liberal, porque es un arte creativo a pesar de ser imitativo. Así transforma Leonardo el concepto de arte, para dejar de considerarlo como producción y elevarlo a la categoría de creación. Aun así, este arte creativo debe ser fiel a la realidad, pues el artista no debe corregir la naturaleza.

Dentro de las artes, según muestra en su Tratado de Pintura, Da Vinci considera superior la pintura a la poesía, la música y la escultura, y la considera el arte más perfecto. Para nuestro artista, la pintura tiene mayor alcance, diversidad y variedad, y se sirve de un sentido que no se suele equivocar, la vista.

La Gioconda, Leonardo da Vinci

Relación entre el saber y la belleza: El arte, la pintura en especial, conoce y reproduce la realidad y es por tanto un saber, y se parece a la ciencia, lo cual no se puede decir de la poesía.

Leonardo insiste varias veces en que la pintura es un saber. La belleza no era para él el único objeto de la pintura. Incluso hallamos en su tratado la afirmación de que lo bello no siempre es bueno, lo que quiere decir que al perseguir cierta belleza puede destruirse otra, y que tratando de conseguir la belleza del detalle se puede estropear la del conjunto. Conceptos como “lo bello” y “la belleza” son poco frecuentes en el tratado de Leonardo, y sólo aparecen en un sentido estrictamente estético, mostrando más interés por los procesos que se desarrollan en la naturaleza; cómo crecen los árboles, cómo nacen las rocas y los ríos, cómo se forman las nubes y cuál es su estructura.

Conclusión

Leonardo representó una ruptura con los modelos universales establecidos durante el Quattrocento. Se opuso al concepto de «belleza» ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla.

Su dominio del color y la atmósfera le hace también el primero en ser capaz de pintar el aire. La perspectiva aérea o atmosférica, como hoy se conoce, es una característica inconfundible de su obra, en especial de los paisajes. Leonardo fue el primero en considerar que la distancia se llenaba con aire y que éste hacía que los objetos lejanos perdiesen nitidez y se viesen azulados.

Destacamos, para finalizar, la relación que marca entre el arte y el saber. Para nuestro artista el arte es ciencia y es saber, y se alimenta de la observación: “Sólo mediante la observación podemos conocer la verdad”.

Bibliografía

Tatarkiewicz, W. (2004). Historia de la Estética: III. La estética moderna 1400-1700. Madrid: Akal. Páginas a consultar: 157-173.

Muntz E. (2013). Leonardo Da Vinci. New York: Parkstone.

Plazaola, J. (2007). Introducción a la Estética: Historia, Teoría, Textos. Bilbao: Universidad de Deusto.


[1] Como curiosidad y prueba de su ingenio, comentar que en muchos de sus escritos utilizó una técnica un poco especial, la técnica del espejo, probablemente para evitar que lo copiaran, o quizá simplemente porque era zurdo. Leonardo practicó en sus escritos una artimaña: redactarlos al revés, de derecha a izquierda. La forma de descifrarlos consiste en emplear un espejo.

 

[2] Ese fue un libro que realmente nunca fue concluido, lo que es una muestra de su inconstancia, uno de sus rasgos principales. Leonardo dejó muchísimas obras inacabadas debido a que le surgían constantemente nuevas ideas y la impaciencia por llevarlas a cabo le impedía acabar unas antes de empezar otras.

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